El reconocimiento por parte del Gobierno de la necesidad de introducir el tratamiento en frío supone una evidente verificación de la “nefasta política” llevada a cabo por el Gobierno con la citricultura valenciana y estatal. El senador de Compromís, Carles Mulet, ha lamentado que el Gobierno “llegue tan tarde” a un debate que formaciones como la nuestra han llevado por activa y por pasiva al Senado y que “es compartida por las organizaciones del campo”.
Mulet ha señalado que “planteábamos un tratamiento frío como el que ya realizan las naranjas castellonenses que se exportan a los EEUU vía el puerto de Castelló e íbamos más allá al pedir que la entrada de cítricos se realizara por el punto de inspección de este puerto, una infraestructura que podría especializarse en la entrada a nuestro país de cítricos para evitar la entrada de remesas con plagas o tratadas con productos prohibidos en la Unión”.
El hecho que finalmente el ministro de Agricultura, Pesa y Alimentación, Luis Planas, haya dado su brazo a torcer llega como consecuencia de una propuesta de la Comisión Europea a los Estados Miembros. “Supone una vergüenza para nuestro país y una desautorización evidente a quien debería haber impulsado esta medida desde un principio, a quien ha boicoteado las medidas que reclamaba el sector, a quien allanaba el camino a las importaciones sudafricanas y que ha puesto en peligro, si no ha dejado tocado de muerte, a los productores de su propio país. Ha sido un verdadero desastre y debería aclarar para quién ha estado trabajando durante todo este tiempo”, ha señalado Mulet.
Desde Compromís remarcan que “no podemos jugar en materia de requisitos fitosanitarios, ni de plagas, ni desmantelando los laboratorios valencianos o relajando los controles en frontera como se ha hecho hasta ahora con los cítricos con el aval del Ministerio con su nula defensa ante Europa” y añaden que “deberían replantearse tratados como el firmado con Sudáfrica apoyado por todas las formaciones con la excepción de Compromís y hacer un poco de contrición con todas las personas que han consumido productos contaminados, con los agricultores que han abandonado por falta de rentabilidad sus explotaciones por no poder competir en un mercado inundado de naranjas de países terceros”, ha concluido Mulet.